15/6/11

Millonaria indemnización por acoso sexual en Illinois



Un jurado federal de Illinois ha concedido 95 millones de dólares a una mujer quien dijo haber sido la víctima de una campaña de acoso sexual que culminó cuando el jefe de ella supuestamente la arrojó a una sofá y se masturbó sobre el pecho de la mujer.

Luego de casi tres días de deliberaciones, los jurados del tribunal federal de distrito del sur de Illinois concluyeron el miércoles que Ashley Alford, quien trabajaba en una sucursal de Aaron’s Inc. – una cadena nacional de mueblerías – debe recibir 15 millones de dólares en daños compensatorios y 80 millones en daños punitivos.
David Ratner, de Morelli Ratner y quien representó a Alford, dijo creer que la suma es la más grande jamás en un caso particular de acoso sexual.
Sin embargo, dijo que el juez reducirá la cantidad del alegato federal debido a límites legales. Al final, dijo que es probable que se puedan cobrar al menos 43 millones de dólares.
En una declaración, Chad Strickland, vicepresidente de recursos de asociados de Aaron, dijo que la empresa apelaría el veredicto.
“(La empresa) Aaron’s está extremadamente decepcionada con el veredicto del jurado y cree que la compensación no refleja exactamente la evidencia que fue presentada en este caso”, dijo.
Agregó que el veredicto fue “el resultado de una decisión tomada por un clásico jurado fuera de control” y que él tenía “confianza de que los daños serían reducidos enormemente”.
Poco después de que Alford ingresó a Aaron como representante de ventas en el otoño de 2005, los empleados se enfrascaron en una “campaña” para acosar a la mujer de 20 años, dijo Ratner en una entrevista.
El gerente general de la tienda, Richard Moore, quien supuestamente fue el principal responsable, con frecuencia le decía a ella lo “bonita” que se veía, comentaba en el tamaño de sus pechos y le hacía tocamientos, dijo Ratner.
En septiembre de 2006, Alford estaba sentada sobre el piso del cuarto del almacén cuando Moore se le acercó por detrás, “se sacó el pene de sus pantalones e intencionalmente procedió a pegarle  con el pene a cabeza de la quejosa”, señala la queja.
Al mes siguiente, Moore empujó a Alford sobre un sofá en un cuarto trasero, le levantó la blusa y la sometió mientras él se masturbaba sobre el pecho de ella, indica la queja.
Alford demandó a Aaron en 2008.
Ella afirma haber llamado a la línea directa de la compañía para reportar acosos sexuales, y dejó un mensaje que jamás fue contestado.
Ratner rechazó el alegato de Aaron  de que este había sido un “jurado fuera de control”, diciendo que se tomaron tres días para que el jurado entregara el veredicto a favor de Alford.
Strickland dijo en una declaración que los supuestos actos de Moore eran inconsistentes con “todo aquello en lo que cree y representa nuestra Compañía, y fuera del especto del empleo de Moore”.
El abogado de Moore no contestó de inmediato una llamada para comentarios.

El acoso sexual en la Argentina


La Organización Internacional del Trabajo (OIT), define el acoso sexual dentro del ámbito laboral: como toda acción tendiente a obtener favores sexuales, utilizando la jerarquía o generando un ambiente hostil para el trabajador acosado.

Tal como ocurre en el Moobing, el acoso sexual puede ser ejercido por un superior, por un igual, o incluso por uno o varios subordinados, aunque no cabe duda que en la mayor parte de los casos proviene de alguien (patrón o jefe) que puede modificar las condiciones de trabajo, o incluso decidir el cese de no acceder a sus requerimientos.

En Hong Kong el 25% de las trabajadoras lo sufrieron, en Italia el 55% de las mujeres entre 14 y 59 años, y la Comisión de Igualdad de Oportunidades de EE.UU. recibió 12.025 reclamos en 2006.

Es obvio que el acoso sexual es sumamente difícil de probar, porque generalmente se ejerce en ambientes discretos y sin testigos.

Esto ha llevado, por ejemplo, a la Legislación Norteamericana a profundizar su estudio y tratar de buscar formas indirectas de detección

En caso de duda el Tribunal se inclina a favor del acosado.
En algunos casos en que los acusados son empresarios o superiores jerárquicos se ha invertido la carga de la prueba, debiendo el acusado demostrar su inocencia.

Algunas Escuelas de Derecho Laboral aconsejan tomar en cuenta los indicios para un diagnóstico acertado (insinuaciones, actitudes, mails comprometedores, etc.). En los EE.UU. se ha llegado a un extremo tal que puede considerarse acoso ciertas manifestaciones de un superior alabando a una empleada, o determinadas expresiones de afecto, como el saludo con un beso, tan común entre nosotros.

Recomiendan a la persona acosada facilitar las pruebas tratando que las expresiones se lleven a cabo con testigos, mediante mails o manuscritos, filmaciones, o denunciando exceso de contacto físico, o una manera de expresarse o mirar delante de compañeros.

Como en tantos otros temas, la Legislación Argentina tiene un vacío en ese aspecto, aunque en estado parlamentario se encuentran varias iniciativas. La Diputada de la Coalición Cívica Marcela Rodríguez presentó un proyecto en el que recalca que el acoso es tanto más grave cuanto la víctima sea más vulnerable en razón de su edad, estado de salud o inferioridad laboral.

La Diputada Diana Conti (FPV) propone un proyecto que pena con prisión de seis meses a cinco años este delito. Héctor Recalde (FPV) y Claudia Rucci (Peronismo Federal) por otra parte, han presentado otro proyecto que implica protección especial para quien denuncie ser acosado, y también para los testigos, haciendo responsable solidariamente al empleador que no tome las medidas pertinentes.

El acoso sexual, tal o como parte incluso del acoso laboral, es un muy sensible y difícil problema que exige una legislación moderna, clara y ecuánime, así como la valentía de quienes lo padezcan, o sean testigos, para hacer la correspondiente denuncia, y por último acciones concretas de las autoridades y empleadores que pongan fin a este deleznable proceder.





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